Revista Nro. 20

Índice:

Todos tenemos grietas

Un canto a la vida

Enseñanzas de Kung Fu

Simbología en los cuentos

Hubo una época

El vuelo


Todos tenemos grietas

Un cargador de agua de la India tenia dos grandes vasijas que colgaba a los extremos de un palo y que llevaba encima de los hombros. Una de las vasijas tenia varias grietas, mientras que la otra era perfecta y conservaba toda el agua al final del largo camino a pie, desde el arroyo hasta la casa de su patrón, pero cuando llegaba, la vasija rota solo tenia la mitad del agua.

Durante dos años completos esto fue así diariamente, desde luego la vasija perfecta estaba muy orgullosa de sus logros, pues sé sabia perfecta para los fines para los que fue creada.

Pero la pobre vasija agrietada estaba muy avergonzada de su propia imperfección y se sentía miserable porque solo podía hacer la mitad de todo lo que se suponía que era su obligación.

Después de dos años, la tinaja quebrada le habla al aguador diciéndole:

"Estoy avergonzada y me quiero disculpar contigo porque debido a mis grietas solo puedes entregar la mitad de mi carga y solo obtienes la mitad del valor que deberías recibir".

El aguador apesadumbrado, le dijo compasivamente:

"Cuando regresemos a la casa quiero que notes las bellísimas flores que crecen a lo largo del camino". Así lo hizo la tinaja. Y en efecto vio muchas flores hermosas a lo largo, pero de todos modos se sintió apenada porque al final, sólo quedaba dentro de ella la mitad del agua que debía llevar.

El aguador le dijo entonces:

"¿Te diste cuenta de que las flores solo crecen en tu lado del camino? Siempre he sabido de tus grietas y quise sacar el lado positivo de ello. Sembré semillas de flores a todo lo largo del camino por donde vas y todos los días las has regado y por dos años yo he podido recoger estas flores para decorar el altar de mi Maestro. Si no fueras exactamente como eres, con todo y tus defectos, no hubiera sido posible crear esta belleza".

"Cada uno de nosotros tiene sus propias grietas. Todos somos vasijas agrietadas, pero debemos saber que siempre existe la posibilidad de aprovechar las grietas para obtener buenos resultados". (c.e.)

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Un canto a la vida 

Un sueño nace de una multitud de anhelos.

Cuando la mente está apacible,

No perturbada por el pensamiento;

Cuando el corazón se siente casto

Desbordante de amor incorruptible,

Descubrirás entonces,

Oh amigo,

Un mundo allende la ilusión de las palabras.

 

Allí dentro está la unión de toda Vida,

Allí dentro está el manantial silente

Que sustenta los mundos oscilantes.

 

En ese mundo, no hay cielo ni infierno,

Ni el pasado, el presente ni el futuro,

Ni la decepción del pensamiento,

Ni los suaves murmullos del amor moribundo.

 

Oh, busca ese mundo

Donde la muerte no danza en sus éxtasis sin sombra,

Donde las manifestaciones de la Vida

Son como imágenes que el lago refleja.

 

En torno tuyo está

Y fuera de tí no existe.

                                                                               J. Krishnamurti

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  Enseñanzas de Kung Fu

Maestro: ¿Saltamontes?

Kung Fu: Si Maestro...

Maestro: Dime, ¿te has lastimado?

Kung Fu: Me duele un poco la rodilla, no es nada serio

Maestro: Me alegro, ¿por qué no ves por dónde caminas saltamontes?

Kung Fu: La verdad es que cubrí mis ojos, decidí no ver Maestro

Maestro: ¿Prefieres la oscuridad a la luz?

Kung Fu: Quería conocer la oscuridad

Maestro: ¿Por qué saltamontes?

Kung Fu: Quería ser como tú. Es muy sencillo poner un pie después de otro, pero caminar sin ver es muy difícil...

Maestro: Nunca lo consideré difícil, solo inevitable. ¿No es mejor disfrutar del don de la vista que tiene, que forzar una oscuridad que no posees?

_______________

Maestro: (viendo a un simio que tiene la mano dentro de un tarro) ¿Qué le impide sacar la mano de ahí? Veamos..

Kung Fu: ¿Si es tan sencillo, ¿por qué no podía sacarla?

Maestro: Mete la mano en el tarro.... sácala Esta vez saca la fruta...

Kung Fu: No la puedo sacar

Maestro: ¿De qué forma la podrías sacar?

Kung Fu: Soltando la fruta. Este simio es muy tonto, los jardines están llenos de fruta, y sin embargo quería la que está dentro del tarro.

Maestro: Me alegra que seas más inteligente que el simio

Kung Fu: Lo soy mucho más Maestro.

Maestro: Espero que nunca olvides eso, y que siempre utilices tu inteligencia para obtener más fácilmente aquellas cosas que deseas.

                                                                                             Continuará...

                                                                                  Elaborado por M.Marión

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Simbología en los cuentos

Steiner sitúa el origen de estos cuentos en los Templos Iniciáticos. Siempre han existido personas con percepción extrasensorial, cuya clarividencia les permitía acceder a «otros mundos». Algunos se mantenían por voluntad propia en una disciplina de servicio. Instruyéndose para instruir a su vez, vivían adelantados al resto de la humanidad, preparando el camino para tiempos venideros. Ellos transmitieron su saber por distintas vías y una de ellas fue adaptar, de forma que la esencia de las gran verdad de la Creación pudiera permanecer viva durante milenios en la imaginación y el sentir de los pueblos.

Tanto la Antropología como la Kabalá esotérica coinciden bastante en la interpretación de los símbolos. En ambas la imagen de la pequeña heroína o princesa, representa el Alma humana en su evolución.

Un Alma que desde su origen espiritual comienza a recorrer libremente un camino de experiencias a través de otros mundos y otras esferas, donde tendrá que enfrentarse a peligros, tentaciones y destinos que pueden parecer crueles o injustificados, pero que sin embargo no lo son.

Comenzaremos con un análisis detallado de tres cuentos, Blanca Nieves, la Cenicienta y la Bella Durmiente; una trilogía típica en su protagonismo femenino de bondad y belleza. Los tres personajes pueden fundirse en uno solo, pues son en sí, tres grados distintos y sucesivos de evolución. Bien podría decirse que cada una de ellas es la encarnación de la anterior, con errores aprendidos y nuevas experiencias por vivir.

Blancanieves y los Siete Enanitos

El título del cuento evoca la luz en sus siete colores; aludiendo a que todos los dones de que gozaba el ser humano en el Paraíso, quedaron luego condensadas en un solo color, el blanco. Un blanco nieve que podría solamente mantenerse puro y perpetuo sólo en las altas cumbres.

Blanca Nieves, de cuna noble, queda sin madre al nacer. Y cuando aún es pequeña su padre debe dejarla, por lo que cae en manos de su madrastra, bella y dotada de grandes poderes, que siente en Blanca Nieves a una verdadera rival.

La madrastra simboliza la tierra hostil; ella evidencia los dos primeros «pecados» de la Creación. Uno es la soberbia, que hizo caer a Lucifer en el Abismo, otro es la envidia, el que encubó en Caín el odio hacia su hermano.

La madrastra tiene un espejo mágico, al que interroga sobre cualquier cuestión, obteniendo siempre la verdad. El representa la imagen verdadera de la Naturaleza como Madre, con todo su bagaje de sabiduría. El es quien le dice que Blanca Nieves es superior a ella, lo que origina que la madrastra comience a tramar su muerte.

La Providencia Divina

La Divina Providencia es quien protege a Blancanives, haciendo que el verdugo desista de matarla y la deje ir. Este al regresar, y a modo de prueba, mata un pequeño cordero, al que le extrae el corazón.

La Divina Providencia se manifiesta a través del símbolo de Aries, primer signo del Zodiaco, con el atributo de la voluntad, y se representa mediante del Divino Cordero, mostrando cómo el designio cósmico se interioriza en la tierra humana. A partir de allí la niña-Alma se individualiza.

Mientras se encuentra sola y asustada, penetra en el bosque y se pierde. Luego llega el día, y encuentra un claro donde está la casita de los enanos.

La escala septenaria

Los enanitos que son siete, igual que los años de la niña, se encuentran ausentes porque de día trabajan en una mina de oro. Son los gnomos o elementales de la tierra. Los gnomos trabajan con las fuerzas internas de la Naturaleza, y preservan sus tesoros.

Al entrar en la casita, todo lo que halla la niña está en escala de siete: siete sillas, platitos, camitas, etc. La casita en el claro del bosque es la conciencia, que con la presencia del número siete, muestra a la niña sus potencialidades creativas.

Los enanitos aceptan felices a Blancanives. Pero pasado un tiempo la madrastra vuelve a interrogar al espejo sobre su belleza, y descubre que la niña sigue viva.

Llena de envidia intenta nuevamente matarla, y se disfraza de buhonera. Ella misma va hasta la casita de Blancanieves hasta que consigue que le abra la puerta. Entonces le recoge el pelo con un lazo, y le pasa una cinta por el cuello hasta desmayarla por asfixia.

Al regresar, los enanitos consiguen recuperarla, y le advierten sobre las intenciones de su madrastra, pidiéndole que no le vuelva a abrir las puertas de la casa, que son las puertas de su conciencia.

Nuevamente la mujer se presenta, esta vez disfrazada de campesina, y dice a Blancanieves que siempre quiso tener una hija como ella. La niña en su inocencia se deja peinar, y entonces ella le clava un peine envenenado en la cabeza.

Nuevamente los enanitos la asisten y la niña jura no abrir la puerta nunca más. Entonces la madrastra se presenta vestida de anciana llevando una manzana envenenada. Esta vez no consigue que Blancanieves le franquee la puerta, pero logra que desde la ventana la niña tome la fruta y la coma. El veneno hace su efecto instantáneamente.

Las cuatro fases de la experiencia

Según la Kabalá los ciclos de experiencias se cumplen en cuatro tiempos, como 4 son los elementos: Fuego, Agua, Aire y Tierra, cuatro son las estaciones del año y cuatro los puntos cardinales.

El relato alude a este conocimiento. En primer lugar la madrastra intenta dar muerte a la niña en forma indirecta, es la fase Fuego; luego despierta en Blanca Nieves el deseo de adornarse y de cosas superfluas, es la fase Agua- el peine que clava en su cabeza simboliza una intromisión dañina en el mundo del pensamiento, es la fase Aire. Y cuando tienta a Blancanives con un fruto de la Tierra, alcanza su propósito.

Los enanitos esta vez no pueden actuar, entonces construyen un ataúd de cristal. Sin embargo, en su interior sienten que ese no es el fin, y deciden no enterrarla.

Su intuición resulta acertada, pues la Divina Providencia induce a un príncipe a concurrir a ese lugar y rescatarla.

El príncipe simboliza el Yo Superior, que todos somos en realidad. Este Yo verdadero, recoge las experiencias positivas de cada encarnación, y nos prepara para vivir las nuevas que nos correspondan.

Cuando el príncipe ve a la niña no puede resistir el besarla, y esto hace que ella se incorpore.

Este movimiento permite que el trocito de manzana atravesado en su garganta caiga y ella se recupere. Luego Blanca Nieves dice adiós a los amorosos enanitos y se marcha con el príncipe.

Se muestra aquí que el Alma en su cuarta tentación, la fase de Tierra, se quedó estacionada en Tauro la garganta que simboliza la abundancia y el goce de bienes materiales, el trocito de manzana. Finalmente, se produce el «despertar» a nuevas experiencias.

                                                                                       Continuará...

                                                                                       Revista Hijos del Sol

 

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Hubo una época 

HUBO UNA ÉPOCA EN QUE TODO ERA MAS FÁCIL.

TU MAMA DECIDÍA QUE ROPA TE PONÍAS.

TE PEINABA. TE CUIDABA.

Y CUANDO TENIAS HAMBRE, SOLO LLORABAS.

IBAS A SER ABOGADO.

O TAL VEZ INGENIERO.

PERO UN DIA, SIN QUE TE DIERAS CUENTA,

CRECISTE.

Y APRENDISTE A DECIR QUE NO.

NO TE CONFORMASTE.

EMPEZASTE A TOMAR TUS PROPIAS DECISIONES.

Y SENTISTE QUE QUERÍAS COMETER TUS

PROPIOS ERRORES.

ENTONCES TOMASTE EL CAMINO MAS DIFÍCIL.

EL QUE NO ESTABA HECHO.

TE DEDICASTE A LO QUE REALMENTE QUERÍAS.

TE ANIMASTE A SER DISTINTO.

ESCUCHASTE ESA VOZ QUE TE SALÍA DE ADENTRO.

Y POR PRIMERA VEZ SENTISTE QUE PODÍAS.

ERA TU LUCHA.

TU CONVICCIÓN.

Y SIN DUDARLO ARRIESGASTE

TODO LO QUE TENIAS.

PORQUE EN EL FONDO, SABIAS QUE HABÍA ALGO MUCHO PEOR QUE FRACASAR.

NO HABERLO INTENTADO.

                                                                                      (C.E.)

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El vuelo

Somos transportados hacia el país de las altas cumbres, una mezcla mágica de claridad y neblina. Sus anchos y remotos paisajes nos permiten experimentar una amplitud casi total por un momento; pero, de repente, miramos hacia adentro, hacia la serenidad interior. A medida que nos elevamos, nos damos cuenta de que estamos atravesando un límite, de que nos desplazamos de la pendiente de lo terrenal a la de lo espiritual.

 

Ingresamos al invisible y estremecedor mundo del amor bajo la apariencia de un cúmulo de energía. No se trata de un tipo o de una manera diferente de amar; el amor está más allá de cualquier forma terrenal. Es pura energía que impulsa a las diversas formas de amor.

 

Estamos en el País de la Sabiduría, lejos de todo conocimiento; por lo tanto, es menester mantenerse alerta durante nuestro deambular por la diafanidad y la niebla, el conocimiento intuitivo y las zonas desconocidas. En este lugar, el amor se extiende y alcanza a cada alma que habita en el mundo. El amor se asemeja a una vibración: es un movimiento invisible.

 

A ese nivel, el amor pone en funcionamiento el paradigma de la nueva conducción. Esta es la estatura del verdadero liderazgo; por eso, es muy importante que frecuentemos esos niveles superiores. En la actualidad, ser abierto a esa energía –y ser capaz de hacer uso de ella- constituye un requisito de la conducción suprema y del liderazgo diestro. Acercarse a esa energía amorosa es nuestra misión más osada.

 

En este lugar, el amor es la voluntad, el poder de la intención. De no ser por él, nada se movería en el planeta. El amor es el motivo, el impulsor, Es la voz interior (a veces acallada) que nos dice: "Ama, amor, sé amado". El amor es la inclinación, el propósito, la prisa por alcanzar el afecto; el camino más directo hacia los sentimientos y el amor.

 

El amor es pasión; es el poder de la ansiedad, la devoción y la honestidad. Es el poder de llegar, fluyendo, al otro. El amor es capacidad, ya que se refiere a la aptitud, a nuestro valor, a nuestra fortaleza (o la falta de ella), a la total apertura para aceptar y recibir. Amar implica hacer sitio en nuestro interior para incluir, con agrado, un modo de vida. Es la tendencia a dar la bienvenida y a abrazar. Tiene que ver con nuestro volumen, con el margen interior que reservamos para el amor. Es de vital importancia.

 

Y no termina ahí. El amor es el aguijón que nos impulsa a crecer, la sensación innata de acercarse al perfecciona-miento personal. Es una fuerza que reside en el alma de cada ser del planeta y de cada ser que alguna vez habitó aquí. Crecer es vivir, y esto no es sencillo. Las presiones que nos arrastran hacia la decadencia son poderosas; por lo tanto la presión que nos conduce hacia el crecimiento debe ser aún más fuerte: el amor posee esa fuerza.

El poder del amor es el poder de sentirse atraído por y hacia los demás. No se trata de los sentimientos ni de la acción típicos de la atracción, sino del poder en sí. Es como un magnetismo. No podemos verlo ni sentirlo; a veces tenemos la sensación de que desaparece o nos olvidamos de él. Pero convivimos con la misteriosa fuerza del amor a lo largo de toda nuestra existencia.

 

El amor es la necesidad primaria e íntima de lograr la unidad, la profunda convicción interior de que somos uno junto con el resto. No se trata de identificarnos con los demás, sino de percatarse de que, en alguna etapa, no somos entidades separadas sino una sola.

 

El amor es el llamado a la totalidad y la integridad, la fuerza poderosa que nos lleva hacia la fuente. Es la débil voz interior que susurra: "Ven a casa, ven a casa".

 

Del bello país de las altas cumbres, ascendemos a bancos de blanca niebla, casi en línea recta, con calma, sin problemas. Una vez más, estamos cruzando un límite invisible, liberándonos, como si nos arrastrara algo lejano. Después de un momento, saltamos por encima de la saliente y aterrizamos en un sitio vasto y sereno. La dentada silueta del cordón montañoso es sólo una línea sobre el horizonte. Enfrente, la nada. Nada hacia arriba, nada hacia abajo... un terreno infinito. Sin tiempo, ni espacio, sólo es, sólo la condición de ser.

 

Este es un lugar más alto y alejado que lo habitual, pero sentimos que hemos estado aquí antes. De aquí provenimos. De aquí emana el amor. No existe el movi-miento, aunque estemos volando libremente. Es tan in-menso que hallamos pocas palabras para describirlo: básico, simple, sencillo, confiable, expansivo, infinito, eterno.

 

El amor es impersonal –completa, entera y absolutamente desapegado, sin necesidades, una condición ajena a la mente terrenal. Y, debido a este desarraigo, el miedo no existe. En absoluto. No hay nada que perder, nada que ganar. Esto es lo que lo hace distinto: la ausencia del miedo.

 

En este sitio, el amor no constituye un atributo, ni siquiera una forma de energía. Está más allá de eso: es más básico, más fundamental. A pesar de no sentir miedo, sabemos que nos hallamos en un nivel de la conciencia muy poco frecuentado, lejos de la mayor parte de la lógica y los conceptos que nos eran familiares: en una palabra, en un espacio nuevo.

 

Como para orientarnos, nos damos vuelta y echamos una mirada al mundo, aunque sin ver nada. No obstante, volvemos a experimentar los vestigios de miedo y deseo. Así que de inmediato regresamos a esta tierra de espíritu/amor; al hacerlo, se desvanece cualquier señal de temor. Aprendimos una lección fundamental: apartarse del amor debilita: acercarse nos brinda poder.

 

Anduvimos todo el camino en nuestra misión hacia el amor. Ahora, comenzamos a darnos cuenta de que el amor es más grande de lo que habíamos supuesto. Aquí es donde nuestra comprensión del significado del amor empieza a unirse.

 

Este es el sitio que denominamos Ser Propio –ser propio o conciencia superior-, donde el espíritu y el ser propios son idénticos, donde la verdad y el amor son uno y el mismo. La paz de la mente es tan intensa que se ubica más allá de la quietud mundana: es la calma final, como si la paz se fusionara con la verdad, el amor y el espíritu. Aquí es donde todos se arremolinan, sin que nadie pueda distinguirlos.

 

Comprendemos un poco mejor el significado del amor. Aquí es donde las hebras del amor – el espíritu, el ser propio, la bondad, los orígenes, etc.- se mezclan para formar un solo cordel. ¿El amor lo es todo? Esto es lo que han venido afirmando los poetas y las canciones a lo largo de los siglos. ¿Será posible?

 

En un principio, la idea puede sonar un poco fantasiosa, como un verso hermoso ("todo hombre está poseído hasta que su humanidad despierta", afirmaba William Blake) o una delicada expresión artística. Sin embargo, si evitamos que nuestros vínculos con el pensamiento terrenal nos aprisionen, si nos volvemos hacia ese nivel de conciencia y permitimos que la idea deambule por nuestra mente, la posibilidad de que el amor se convierta en un elemento más esencial de lo que imaginamos se torna creíble. La universalidad del amor comienza a tener sentido.

 

¿Será cierto que el amor lo es todo? ¿Entonces, el amor es paz? ¿Es verdad? ¿Es la vida en sí? ¿Soy yo? ¿Eres tú?, ¿Es de veras eso? Poco a poco, el rompecabezas empieza a armarse: Sí, el amor lo es todo. Y esta revelación afirmativa se repite, definiéndose un poco más en cada repetición. Sí, sí. Todo. Cuanto más vivimos con él, más sentido tiene. Sí. El amor de veras lo es todo, y todo es amor: de hecho, todo a este nivel es algo más.

 

                                                                                                             Luis Ramos

                                                                             lramos_42@latinmail.com

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