Revista Nro. 05

Índice:

 

Tú misión

Autoconocimiento

Principio de causa y efecto

El verdadero héroe


Tú misión

Puedes descubrir tu misión. Puedes recordar por qué elegiste originalmente venir a este planeta. Has vivido muchas vidas sobre la Tierra, pero la Tierra no es tu lugar. Dejaste tu hogar cuando entraste en la forma física. Tu hogar está con Dios.

 

Muchos de ustedes tienen almacenados en vuestras memorias, recuerdos de experiencias en otros planetas, en otras dimensiones y en otras realidades diferentes a la realidad conocida por la mente humana. Estas memorias crean en ustedes una conciencia profundamente enraizada de que la vida puede ser diferente. Que la vida puede ser alegre. Que la vida puede ser una celebración sin dolor, sin sufrimiento, sin miedo. Ustedes saben que las experiencias negativas que tienen y han sobre la Tierra, no son partes necesarias de la vìda. Ustedes conocen otra forma. Esa es parte de la frustración que sienten cuando escuchan del sufrimiento pasado y presente sobre vuestro planeta. Ustedes saben que es un agregado. Está impuesto sobre la Verdad. No es de la manera que debe ser.

 

Estás aquí para desplazar al planeta fuera de la creación del mal y del sufrimiento. Cada vez que tú, no importa cuán levemente, participas en crear sufrimiento para ti o para otro, sabes que has errado la meta. La palabra pecado en griego antiguo significaba errar el tiro o la meta. El pecado no es malo. Simplemente no es la Verdad. A lo largo de la historia se ha asociado el castigo al pecado. El castigo también yerra en la marca. El castigo perpetúa el pecado. Ambos son iguales ya que no están basados en la Verdad. La alegría, el gozo, la celebración son la Verdad. Tú eres todo lo que existe. Tú eres todo. Cada acto que realizas hacia o en contra de otro es un acto hacia o en contra tuyo. En algún nivel de tu percepción, tú sabes esto. Experimentas dolor cuando creas dolor. El dolor que experimentas es el conocimiento de que has errado la senda de la Verdad en tu acción o en tu pensamiento. Tú no estás separado de tus hermanos y hermanas ni de todas las demás formas de vida. Son tú tanto como el cuerpo que habitas eres tú. No hay nada en la creación que no sea tú.

 

Los diablos y demonios son tú tanto como los ángeles y los dioses son tú. Todo es parte de la creación que nosotros colectivamente elaboramos o propusimos. Sin embargo, ha llegado el momento de que ciertos aspectos de esa creación desaparezcan, se disuelvan, se vuelvan sobre sí mismos y no dejen dualidad alguna. Ahora el mal puede replegarse en sí mismo y revelar la Verdad de que el dolor y el sufrimiento no son necesarios para experimentar a Dios. Dios es todo lo que existe. Tú eres parte de Dios y, al mismo tiempo, reflejas otras partes de Dios en el Ser perfecto.

 

El mal fué creado por todos nosotros. El mal existe sobre la Tierra porque nosotros elegimos experimentar el sistema de la dualidad. La dualidad se basa en la premisa falsa de que existe algo fuera de ti. El mal está basado en la ilusión de la separación. En última instancia, no estás separado de nada o de nadie. Tú eres parte de todo lo que es. Estás conectado con todo lo que es. Cada vez que tienes un pensamiento que ve a otro como diferente a ti -no como un reflejo de ti en una de tus muchas facetas- perpetúas la ilusión de la separación. De la misma manera, cada vez que te relacionas con otro con Amor y compasión y te regocijas en su expresión única de Dios, creas Unidad, alcanzas la meta, materializas la experiencia de la Verdad.

 

Elegimos separarnos del Uno, de la fuente de toda energía, para experimentarnos, para saber que somos Dios. En ese proceso creamos el experimento del bien y del mal: la dualidad. La Tierra misma ha experimentado la gama del mal y del bien y está lista para concluir el experimento.

 

Para muchos de ustedes la experiencia de vuestra conexión personal con Dios es muy dolorosa porque está asociada a la sensación de haberlo perdido o abandonado. En ese caso, aparentemente prefieren no experimentar esa conexión aquí porque es muy tenue o débil, en comparación con vuestra experiencia previa, bien escondida. Este escrito trata de que descubras tu conexión con Dios. Si has de participar en el fin de la dualidad en este planeta, es imperioso que redescubras tu conexión personal con el Ser. Tu conexión con el Ser es absoluta. Tú eres parte del Ser al mismo tiempo que eres un reflejo del Ser. Ese Ser se llama «DIOS», y es todo lo que existe. Un sistema de la dualidad con el que se experimenta es una parte del Ser. Es hora de que esa parte del Ser se complete. Tú estás aquí porque eres parte de esa conclusión.

                                                                                       Servidores de la Luz - Rhea Powers

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Autoconocimiento

«El autoconocimiento como técnica evolutiva brinda muchas ventajas a quienes lo practican, pero conlleva una dura carga de responsabilidad para con nuestra propia vida y para nuestras relaciones con los demás».

 

Conocerse equivale a hacerse responsable de la propia vida. La persona que toma contacto consigo mismo, que sabe cuáles son sus automatismos más frecuentes, que observa como se producen y como cesan, ya nunca más podrá culpar a otros de lo que pasa.

 

Sabe que sus pensamientos y sus emociones son producto de ella misma. Conoce su cuerpo, sus molestias corporales, sus tensiones, sus contracturas. Observa como se van produciendo. Sabe que si su mente está serena, será difícil que se produzcan tensiones o contracturas musculares. Aceptan que surjan ciertas emociones habituales y que después desaparezcan para dar lugar a otras. Observa la producción de pensamientos y de emociones con la misma actitud serena con la que observa el movimiento de las nubes en el cielo. Las nubes se acercan, cambian de forma, se unen, se separan. A nadie se le ocurriría detenerlas en su movimiento. Si podemos observar con ese mismo estado de ánimo el transcurrir de nuestros procesos mentales aprenderemos a aceptarnos y a aceptar a los demás.

 

Ningún pensamiento sin emoción es más importante que otro, por lo tanto no trataremos de aferrarlo, lo dejaremos pasar. Surgirán recuerdos que nos permitirán medir la evolución que hemos hecho. Aquella actitud que antes provocaba en nosotros un enojo violento, nos puede incomodar pero ya no hay enojo, ya no hay violencia. Aquella noticia que nos sumía en la angustia, ahora la tomamos en cuenta porque es parte de la realidad, pero sabemos que nuestra seguridad depende más del estado interno que tenemos que las garantías que nos pueda ofrecer la sociedad en que vivimos.

 

Este estado sereno no tiene ninguna relación con la indiferencia, ni con la indolencia, ni con la pasividad. Por el contrario es un estado muy activo en el cual la conciencia se reconoce a sí misma. El ser que somos se observa, sabe a que obedece cada una de sus conductas, que pensamientos y emociones las motivan. Sabe lo que siente al estar en contacto con cada una de las personas que conoce. Acepta que esas personas no son seres integrados, que tendrán una sucesión de conductas diferentes que a veces parecen incoherentes y que cada una de esas conductas provocarán en nosotros diferentes respuestas. A veces provocarán molestia o desagrado, pero el saber que son seres en desarrollo igual que nosotros nos permitirá aceptarlos cada vez mejor.

 

Si todavía no tienen una clara conciencia de sus mecanismos internos y nos hieren injustamente por que es lo único que saben hacer, el haber pasado nosotros por situaciones similares muchas veces, sacando de eso un aprendizaje, nos va a permitir comprenderlos en lugar de devolverles una respuesta violenta. Tal vez podamos mostrarles alguna forma para ayudarlos a salir de ese pantano en el que viven sin darse cuenta. Veremos esa reacción violenta en el otro como vimos la nuestra, como vemos pasar las nubes.

 

Así como no nos detenemos en un pensamiento determinado porque sabemos que si lo hacemos ese pensamiento va a gobernar nuestra vida y nuestra vida es responsabilidad nuestra, y por lo tanto no podemos permitir que un pensamiento la gobierne, de la misma manera no nos vamos a detener en una conducta determinada de otra persona a la que estamos ligados emocionalmente porque no podemos permitir que esa conducta tan agresiva sea determinante de las características de nuestro vínculo con ella. Si la aceptamos sabemos que a esa conducta la seguirá otra totalmente distinta, como una nube que pasa detrás de otra y que cuando esa persona haga la evolución posible para ella, tal vez tenga una sucesión de conductas más coherentes con nuestra actitud.

 

Por supuesto que esto no implica que estemos en contacto con seres que nos desagradan. Por lo contrario podremos discriminar con toda claridad con quien queremos estar y con quien no vale la pena estar en contacto. No nos confundiremos de la misma manera que no nos confundimos con respecto a nosotros mismos. Surgirá un orden y una armonía acordes con la armonía del resto del universo. Estas son las ventajas que el ser humano puede obtener del trabajo del autoconocimiento. Cada uno evaluará si vale la pena intentarlo.

Así como no nos detenemos en un pensamiento determinado porque sabemos que si lo hacemos ese pensamiento va a gobernar nuestra vida y nuestra vida es responsabilidad nuestra, y por lo tanto no podemos permitir que un pensamiento la gobierne, de la misma manera no nos vamos a detener en una conducta determinada de otra persona a la que estamos ligados emocional-mente porque no podemos permitir que esa conducta tan agresiva sea determinante de las características de nuestro vínculo con ella. Si la aceptamos sabemos que a esa conducta la seguirá otra totalmente distinta, como una nube que pasa detrás de otra y que cuando esa persona haga la evolución posible para ella, tal vez tenga una sucesión de conductas más coherentes con nuestra actitud.

 

Por supuesto que esto no implica que estemos en contacto con seres que nos desagradan. Por lo contrario podremos discriminar con toda claridad con quien queremos estar y con quien no vale la pena estar en contacto. No nos confundiremos de la misma manera que no nos confundimos con respecto a nosotros mismos. Surgirá un orden y una armonía acordes con la armonía del resto del universo. Estas son las ventajas que el ser humano puede obtener del trabajo del autoconocimiento. Cada uno evaluará si vale la pena intentarlo.

 

                                                                                                                Lic. Gloria Borrás

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  Principio de causa y efecto

« Toda causa tiene su efecto; todo su efecto tiene su causa; todo sucede de acuerdo con la Ley; la suerte no es más que el nombre que se le da a una ley no conocida; hay muchos planos de casualidad, pero nada escapa a la Ley».

 

Este principio encierra la verdad de que todo efecto tiene su causa, y toda causa su efecto. Afirma que nada ocurre casualmente y que todo sucede conforme a la Ley. La suerte es una palabra vana, y si bien existen muchos planos de causas y efectos, dominando los superiores a los inferiores, aun así ninguno escapa totalmente a la Ley. Los hermetistas conocen los medios y los métodos por los cuales se puede ascender más allá del plano ordinario de causas y efectos, hasta cierto grado, y alcanzando mentalmente el plano superior se convierten en causas en vez de efectos. Las muchedumbres se dejan Ilevar, arrastradas por el medio ambiente que las envuelve o por los deseos y voluntades de los demás, si éstos son superiores a las de ellas. La herencia, las sugestiones y otras múltiples causas externas las empujan como autómatas en el gran escenario de la vida.

 

Pero los Maestros, habiendo alcanzado el plano superior, dominan sus modalidades, sus caracteres, sus cualidades y poderes, así como el medio ambiente que los rodea, convirtiéndose de esta manera en dirigentes, en vez de ser los dirigidos.

 

Ayudan a las mesas y a los individuos a divertirse en el juego de la vida, en vez de ser ellos los jugadores o los autómatas movidos por ajenas voluntades. Utilizan el principio, en vez de ser sus instrumentos. Los Maestros obedecen a la causación de los planos superiores en el que se encuentran, pero prestan su colaboración para regular y regir en su propio plano. En lo dicho está condensado un valiosísimo conocimiento hermético: que el que sea capaz de leer entre Iíneas lo descubra, es nuestro deseo.

                                                                                                                            El Kibalión

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El verdadero héroe

El verdadero héroe ve la vida como una obra de teatro y experimenta intensamente cada escena y cada momento. Es un personaje que toma todas las escenas que vive como una enseñanza profundamente humana y transforma día a día su mundo, mejorando cada vez más su actitud hacia él mismo y hacia los demás. Al estar consciente de ser un personaje del teatro de la vida elige representar su papel de tal manera, que siempre avanza como ser humano. En escena, el verdadero héroe ubica el campo de batalla dentro de sí mismo. Sabe que su transformación es la transformación del mundo que le rodea.

 

El campo de batalla

 

El campo de batalla del verdadero héroe es la vida diaria. El verdadero héroe entra en escena armado con los poderes de sus pensamientos y adornado con las joyas de sus virtudes. Sus enemigos no son los personajes del escenario, sino los obstáculos que crea en su mente o al actuar sin una verdadera conciencia.

 

La verdadera victoria

 

La verdadera victoria para el verdadero héroe es el mantener la actitud precisa para progresar en su transformación. Victoria es también mantener la actitud que lo haga ser consciente de su identidad auténtica, con el papel que desea interpretar en la vida. El verdadero héroe vive la victoria con humildad, no se vanagloria de sus triunfos sino que los vive con una satisfacción interna que lo hace sentirse completo. La verdadera victoria no es, por ejemplo, ganar una discusión, sino transformar un ambiente de fricción en un ambiente sereno y de armonía. Y así, siendo el campo de batalla las escenas de la vida diaria, el verdadero héroe ve siempre estas escenas como pruebas que afrontar, que lo van haciendo más fuerte y que lo hacen progresar.

 

El verdadero héroe siempre experimenta victoria en la derrota y victoria en la victoria. Él inspira valor en los demás. Un victorioso no hace que nadie se sienta menos, porque un verdadero héroe victorioso es un otorgador, alguien que eleva a otros.

 

Los verdaderos enemigos

 

El verdadero héroe nunca ve a los otros personajes como enemigos, sino que ve en todos la posibilidad de que ellos también lleguen a ser héroes junto a él. Los verdaderos enemigos con quienes se enfrenta en la batalla son sus propios hábitos o rasgos de personalidad negativos. Sabe que éstos se fueron formando al repetirlos constantemente en sus actuaciones del pasado y que llegaron a integrarse en su personalidad, como una hendidura en la tierra que se vuelve cada vez más profunda con el continuo pasar del agua. El verdadero héroe consciente de esto, modifica su conducta para no profundizar más la hendidura de sus enemigos sino la de sus cualidades y virtudes. El verdadero héroe es soberano de sí mismo, de sus pensamientos, palabras y acciones.

 

Así, transforma:

- preocupación en optimismo;

- envidia en satisfacción consigo mismo y respeto a los demás;

- placeres perecederos en experiencias humanitarias y espirituales;

- apego o dependencia en amor verdadero;

- desamor hacia uno mismo en autorrespeto;

- ego en humildad.

                                                                                                   j. Grimberg-Zylberbaum

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